Entró a España en patera y hoy recibe una beca para estudiar integración social

Soufiyan salió de casa hace casi un año. Viajó durante tres días en patera, y logró entrar con vida, a través de la isla de Arrecife.  Decidió salir de Marruecos para evitar el servicio militar obligatorio. Había terminado sus estudios y tenía la suerte de tener un trabajo como contable pero, cuando le llegó la carta de reclutamiento, su padre Hamid, militar de profesión, le aconsejó que se fuera “ser militar es muy duro”, dijo Hamid.

Soufiyan deicidió atender al consejo de su padre, “Yo he estudiado mucho, para poder elegir mi trabajo, y quiero elegir uno en donde haya paz, no guerra”, declara el chico.

Tomar esta decisión conllevó dejarlo todo, irse de su país, decir adiós a su familia, amigos, trabajo, para evitar la pena de cárcel con que se castiga en Marruecos a los desertores.

El ejército marroquí es una institución prestigiosa y bien valorada por los propios jóvenes. Representa una alternativa al desempleo que sufre un tercio de los chicos de entre 15 y 25 años. Los reclutados reciben unos 1000 dirhams al mes, lo que equivale a 99 euros, además se les asegura un plato en la mesa, todos los días.

El rey Mohamed VI introdujo el servicio militar obligatorio en 2018, pero lo detuvo en 2020 por la pandemia. Durante un par de años, ‘la mili’ volvió a ser voluntaria y a pesar de esto, ese año se presentaron un 33% más de jóvenes que en la última convocatoria obligatoria.

Cuando Sufijan dejó su familia sabía que, si quería evitar las multas que van de 200 a 1000 euros y las posibles penas de cárcel por desertar, no podría regresar a su país. No ha vuelto a ver su familia desde entonces. A su madre sí.

Fátima recolecta fresas en los campos de Huelva y pasa todos los meses de cosecha en España. Ahora en septiembre, ya se ha vuelto a Marruecos, regresará, si Dios quiere, la próxima temporada.

Al llegar a España, el Ministerio de Inclusión destinó a Soufiyan a un piso de acogida de La Merced Migraciones en Madrid. Ahí conoció a Antonio, su educador. En este breve periodo surgió una buena relación de mutua admiración. Soufiyan tenía un liderazgo positivo entre sus compañeros de piso, y ayudaba a Antonio, traduciendo del árabe al español. En sus meses en Madrid, Soufyian descubrió que quería estudiar Integración social, para ayudar a los chicos, inspirado por el trabajo de su educador Antonio. Pidió asilo y solicitó que se le trasladara a Málaga, para poder estar más cerca de su madre. La buena actitud y compañerismo de Soufiyan le hicieron merecedor de ese traslado y siguieron abriéndole puertas en Málaga.

Un día, estando ya en Málaga, Soufiyan preguntó a sus educadores qué tenía que hacer para ser educador social. Al chico se le iluminó la cara con pensar que podría quedarse en España, y estudiar para ser como Antonio, como Sara y Michel, sus educadores en Málaga.

En cuanto expresó su deseo, su educadora Sara, rápidamente movilizó la red de entidades con las que colabora la Merced en Málaga. Claro que quería ayudarlo, “es un chico brillante con mucho futuro. Es responsable, trabajador, un chico cariñoso que sabe cómo cuidar de los suyos”, comparte Sara.

Fue gracias a Málaga Acoge, en concreto, a través de Cristina Giraldo, que escucharon hablar por primera vez de la Beca Zing. Ella misma les ayudó a formalizar la solicitud de la beca y le acompañó en todo el proceso de selección.

Un 12 de septiembre Soufiyan recibió la llamada. ¡Le concedían la beca! Se emocionó mucho y lo primero que hizo fue llamar a sus padres para darles la noticia. Después, lo compartió con los compañeros de Casa Betania y ese día lo celebraron.

Esta semana inicia el curso académico en el Colegio la Reina.  Cuando he preguntado a Soufiyan qué sentía, dijo, “miedo”. Lo dijo con tal sonrisa, que quise interpretar que más bien sentía nervios e incertidumbre. “Solo me da miedo entrar, ese primer momento. Todo lo que viene después, me hace mucha ilusión. Saber mis horarios, tener mis libros, conocer mis compañeros”.

Soufiyan podrá seguir viviendo en La Merced, hasta que le llegue respuesta sobre su solicitud de asilo. Ahora mismo está por concluir un curso de cocina, y a la vez busca un trabajo que pueda compaginar con sus estudios. Desde La Merced, le seguiremos acompañando en todo momento, para que no encuentre impedimentos para concluir sus dos años de estudios.

“Si me esfuerzo ahora para estudiar, aunque temporalmente no tenga un buen empleo, el trabajo que pueda encontrar después, será bueno, no como el campo. En el campo no puedes durar muchos años. Necesito un trabajo en el que puede crecer, que me apetezca quedarme, y así ayudar a mi familia”. Soufiyan piensa en sus hermanos, es el mayor de tres. Abdelaaziz tiene 15 años, y quiere seguir los pasos de su hermano. Salma, con 18 años, no quiere dejar su país ni su familia, de momento, ella quiere vivir en Marruecos y encontrar un trabajo ahí.